El sol sale cada día. Pero no de forma figurada, que también. Se asoma a diario por mi terracita y me dibuja coloretes naturales, en una tonalidad tan favorecedora que ya quisieran los de Deborah. Y así mi careto de color lánguido y aceituno está torciendo hacia un bronce discreto. Qué alegría y qué alboroto!
Sí, señores, esto es Extremadura. Ya os conté hace mucho aquí que mi tierrina no conoce el término medio. Seguro que aún nos queda alguna tiritera, pero ná… Se ve, se siente, la primavera llegará de repente!