Mi último descubrimiento surgió el fin de semana pasado y esta vez no fue 2.0, o al menos no del todo. Parece mentira que haya vida ahí fuera, verdad? El caso es que el sábado me decidí a entrar de lleno en la cocina saludable. Y esto fue gracias a Lucía, del blog Cocinando el cambio, que con su paciencia infinita y sus ganas de hacernos la vida más fácil (y sana) nos enseño un montón de recetas y puntos básicos para “echar a andar”.
Pero “cuidao” que esto NO ES el comer bien de “ay, me voy a hacer una ensalada con atún y tomate desde mañana hasta el 31 de agosto, para poder rebozar mi carne morena en la arena de playa”. La única relación entre mi cambio de alimentación y el verano es que yo era la pelota de NIVEA. Y no por el tacto terso, si no por la hinchazón! ESTO ES un cambio desde la base, un proceso, una doctrina que no entiende de cambios de temporada (de cambios de la huerta, sí) ni de llevar más o menos ropa que nos tape.
Mi “iniciación” comenzó hace unas semanas, cuando supe que era intolerante a la proteína animal. Imagina cuando se entera del diagnóstico una extremeña amante del jamón y de los frutos del mar como yo. Pues mira, como diría un gran amigo mío, “no sabía si cortarme las venas, o dejármelas largas”. Ese es el mejor resumen. Cuando yo leí esos resultados era la copia más exacta de “El grito”, de Munch. Y las dudas entraban en mí en bloques de quince: qué desayuno, y qué como, y qué ceno, y si voy de celebración, y qué hay además de ensaladas, y cuando me reúna con amigos qué llevo, y no podré comer fuera de casa nunca más en la vida…
Y justo en ese punto encontré a Lucía! Que es una persona “Google” porque tiene todo el conocimiento que necesitas. Yo creo que aun no es consciente de la que le ha caído, porque la someto a una media de 20 preguntas por días, muchas seguro que repetidas del día anterior. Además cada vez que me nombra un alimento nuevo (nuevo para mí, pero con miles de años de historia) yo me subo por las paredes pensando que moriré por inanición si no consigo esa semilla con mil propiedades.
Pero aunque yo tenía una visión súper catastrofista del asunto, lo cierto es que la única catástrofe soy yo misma. Es mucho más sencillo de lo que imaginaba! Te repito la frase de Lucía que funcionó en mi como una “valeriana”: “tenéis que hacer la compra que haría vuestra bisabuela”. Es decir, si no conoces los ingredientes de ese producto que tienes en la mano, no lo entres en la cesta. Probablemente te haga poco o ningún bien!
Y fíjate si con el estilo “bisabuela” se puede cocinar variado y delicioso (pincha en las fotos para conocer la receta).
Con estas hamburguesas de judías no tendrás que olvidar las “burgers” hasta el próximo octubre. Cómelas sin que tu bikini encoja.
El crujiente de alcachofas es una opción sana para el picoteo. (Hasta el momento yo era una loca de las patatas chips, pero oye, lo tengo superao)
Este plato con aspecto “gourmet” es sencillo de hacer pero sorprendente en acabado!
Y si en plena operación bikini te surge un exceso, no te vayas a preocupar! Aquí tienes una receta para compensar.
Y para terminar de empujar “el gusanillo”, os pregunto: si la comida es nuestro combustible de vida, el “fuel” de tus jornadas laborales, de tus trabajos creativos, de tus entrenamientos, no te parece hacerlo lo mejor posible?
Si tienes algunas dudas o no sabes por dónde iniciarte (te acompaño en el sentimiento), no dudes en escribir a Lucía. Te hará el camino taaaan fácil que no verás dónde está el cambio!
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Feliz jueves (casi viernes) !
la PIPOL.